Estás frustrado y triste.
Cuando te pones los pantalones te sientes como un chorizo; constreñido, incómodo y feo.
Ya no queda nada de lo que eras hace un par de años. Te cuesta caminar, respirar y estás constantemente cansado.
Perdiste el brillo que siempre generaban tus ojos y tu vida social e incluso las relaciones íntimas son tan emocionantes como un cementerio a medianoche porque te apartaste del mundo de tu alrededor.
Engordaste en muy poco tiempo y no entiendes el mundo. Tu peso ha aumentado hasta un límite en que ya no sabes cómo salir de esto.
Cada día te falta más y más energía para seguir adelante. Te sientes apagado y sin fuerzas.
Y como resultado generado de tu triste existencia, solo te levantas del sofá para llegar hasta la nevera para buscar chucherías y «comida rica» antes de ir a la cama.
El sobrepeso te lleva a una gran variedad de problemas físicos, emocionales y sociales. Como resultado de esto, te hinchas todavía más con comida basura.
El atracón te lleva a la ganancia y la obesidad, lo que solo refuerza la alimentación compulsiva.
Cuanto peor te sientes acerca de ti y de tu apariencia, más usas la comida para sobrellevarlo.
Se convierte en un círculo vicioso: comer más, sentirse aún peor y, luego, volver a la comida en busca de alivio.
Pero si no pones freno ahora, abriendo la consciencia sobre el por qué has desarrollado esta vida, te vas a perder, y ya no hay marcha atrás.
Porque te estas cargando tu salud física y mental y, en un par de años —probablemente— el médico te dará una cajita con unas cuantas pastillas de colores que tendrás que tomarte cada día.
Con esto puedes —a lo mejor— aliviar los síntomas, pero no la causa.
Sin embargo, a pesar de estar en este malicioso círculo, muchas personas pueden recuperarse del trastorno de los atracones e invertir los efectos nocivos.
Yo mismo lo conseguí con éxito.
!Y tú también puedes!
El primer paso para frenar el ciclo de alimentación emocional es reconocer cuándo está sucediendo.
El trastorno de los atracones —o hambre emocional— tiene su origen en una multitud de problemas tanto emocionales como físicos. Puede que tengas las hormonas revueltas, haya cambios de estructura en el cerebro o «simplemente» sea algo genético.
Además, hacer dietas de manera no saludable, como omitir comidas, no comer suficientes alimentos o evitar ciertos tipos de alimentos, también puede contribuir a los atracones.
De todos modos, el hambre emocional ha sido relacionado con la depresión y la ansiedad.
Deja de usar la comida basura para llenar tus vacíos emocionales.
Por ejemplo, la ansiedad hace que comas más «sin pensar» mientras das vueltas a pensamientos preocupantes en tu cabeza. Pero no te das cuenta del sabor de la comida ni de cuánto has comido o cuándo te sientes satisfecho.
Veamos algunos de los factores desencadenantes que causan la alimentación emocional e identifiquemos algunos consejos para romper el ciclo y crear nuevos hábitos que te llevarán a una alimentación saludable y a la resolución positiva de tus problemas.
Ambas hambres pueden ser fuertes y ambas pueden hacer que busques comida.
La diferencia es que la alimentación emocional aparece muy repentinamente y no viene de tu estómago, sino de tu cabeza.
El hambre emocional anhela alimentos reconfortantes, y la incomodidad te convence de que NECESITAS absolutamente un alimento en particular, como una pizza o un helado.
La próxima vez que estés a punto de vaciar tu nevera, pregúntate primero si realmente tienes hambre o si es emocional.
¿Alguna vez te encuentras comiendo comida solo porque está ahí? ¿Estás confundido de cómo ese sándwich terminó en tu mano? O a menudo te encuentras caminando por la casa, de camino a hacer algo cuando de repente tomas un desvío y terminas en la cocina con la puerta de la nevera abierta. ¿Cómo llegaste allí? O tal vez ves un anuncio de comida en la televisión y, de repente, subes al coche para ir a comprar esa comida.
Esto es comer de forma inconsciente.
Puede haber una sensación inesperada de mono en tu interior, como si necesitaras algo, simplemente, no sabes lo que es.
Entonces, aparece la comida en tu cerebro, y vas directamente hacia ella.
Tener una discusión con alguien, ser rechazado o enfrentarse con vampiros de energía puede causar estrés y ansiedad. ¿A lo mejor te encuentras encima en una relación tóxica?
Claro que no te sientes bien en este espacio —nadie lo hace—, así que buscas formas de calmarte.
Y como no sabes bien cómo manejar y expresar tus emociones, ves la comida como tu único placer disponible en estos momentos difíciles de tu vida.
Mientras estas comiendo, silencias estos sentimientos, aunque dentro de ti sabes que es solo un placer temporal.
Cuando eras joven, ¿tus padres premiaban el buen comportamiento con golosinas?
Cuando te sentías triste, ¿te daban una comida especial para que te sintieras mejor?
No digas que no, porque todos hemos vivido esto…y seguimos haciendo lo mismo con nuestros hijos, ¿no?
Desgraciadamente, estos hábitos creados en la infancia nos acompañan durante toda la vida.
Cuando queremos sentir ese mismo sentimiento de orgullo o conexión con un momento nostálgico, podemos tratar de reproducir ese sentimiento comiendo esos alimentos que nos hicieron sentir bien.
Así que, pregúntate antes de abrir la nevera: ¿Me recompenso con comida?
En el pasado, cuando estaba demasiado cansado, me ponía un poco gruñón y de mal humor.
No quería comer alimentos saludables, quería comer algo que fuera rápido y fácil, y me encontraba comiendo alimentos procesados, comida basura.
Cuando estás cansado, puede ser difícil de discernir si estás realmente hambriento o simplemente es un hambre emocional.
E incluso si tienes hambre física, eliges la comida no saludable cuando estás cansado.
Si esto te sucede a menudo, entonces encontrarás la culpa en tus emociones.
Si no sabes cómo manejar tus emociones de una manera que no implique comida, no podrás controlar tus hábitos alimenticios por mucho tiempo.
¿Qué tal hacer una dieta?
Las dietas a menudo fallan porque ofrecen consejos nutricionales lógicos que solo funcionan si tienes un control consciente sobre tus hábitos alimenticios.
Las dietas no funcionan cuando tus emociones sabotean el proceso, exigiendo una recompensa inmediata con comida.
Entonces, para dejar de comer emocionalmente, tienes que encontrar otras formas de realizarte de forma emocional.
No es suficiente con entender todo lo que he escrito arriba sobre el ciclo diabólico de la alimentación emocional o incluso con comprender sus factores desencadenantes.
Pero como ya has leído mi artículo hasta aquí, te felicito porque este es ya un gran primer paso.
De todos modos, necesitas alternativas a la comida para obtener satisfacción emocional.
En el libro Savor: mindful eating, mindful life, la Dra. Lillian Cheung y su coautor, el líder espiritual budista Thich Nhat Hanh, sugieren varias prácticas que pueden ayudar a comer de forma más consciente y saludable, incluidos los siguientes consejos:
Llena la mayor parte de tu carrito en la sección de productos frescos y evita los pasillos centrales, así como los mostradores de las cajas, que están llenos de alimentos procesados, patatas fritas y refrescos.
Pero no con hambre voraz porque podrías estar tan ansioso por tener algo en el estómago que tu primera prioridad sea llenar el vacío en vez de disfrutar tu comida.
Limita el tamaño de tu plato.
Durante un minuto o dos antes de comenzar a comer, haz una pausa para contemplar todo y todos los que se han involucrado para que la comida llegue a tu mesa. Expresa tu agradecimiento en silencio por la oportunidad de disfrutar de la deliciosa comida y de los acompañantes con los que la estás disfrutando.
Cuando estás cocinando, sirviendo y comiéndote la comida, presta atención al color, la textura, el aroma e incluso a los sonidos que hacen los diferentes alimentos mientras los preparas. Mientras masticas la comida, intenta identificar todos los ingredientes, especialmente las especias.
Es más fácil saborear la comida por completo cuando la boca no está llena. Suelta los cubiertos entre bocados.
Hasta que puedes saborear la esencia de la comida. Mastica cada bocado 40 veces. Te van a sorprender todos los sabores que se liberan.
Si sigues los consejos anteriores, no desperdiciarás la comida. Dedica al menos cinco minutos a comer a conciencia antes de charlar con tus compañeros de mesa.